El inicio: Lalén Kuzé

"Un día, una chiquilla lavaba mote en el río, llegó un viejo y se la robó: se la llevó para sus tierras. Se casó el viejo con la chiquilla. Dicen que le dijo: “Me voy para la Argentina, cuando vuelva yo, me tienes que tener toda esta lana hilada”. Se fue el hombre y la niña quedó llorando, “cuando sabía hilar” llorando allegadita al fogón y en eso choñoiwe kuzé, el fuego vieja, le habló: “No tienes para que afligirte tanto, yo voy a llamar a Lalén Kuzé para que te ayude”. Al ratito apareció, bajando por el fogón, la araña vieja y le dijo a la chiquilla: “tienes que hacerlo como yo, miramé y aprenderás a hilar”. Así que pasaron los días, cuando llegó el hombre las lanas estaban hiladas. Lalén Kuzé todas las noches fue a ayudar a la niña y juntas terminaron el trabajo".
Esta es una de las leyendas mapuches que cuenta el origen del hilado y el tejido .
Lalén Kuzé, la araña vieja, es quién enseña a tejer y se dice que antiguamente a las niñas se les frotaban las manos con arañitas pequeñas para que se conviertan en buenas tejedoras.
Yo no recibí en sueños a Lalén Kuzé, ni me frotaron las manos con arañitas (eso espero!), pero tuve como maestra a un excelente artista textil que me inició hace muchos años ya en el camino de las técnicas textiles precolombinas.

De la araña vieja, Lalén Kuzé, tomé el nombre y de la materia prima, el apellido, lana.
Así nace, y no es una leyenda, lalendelana.

0 comentaris:

Post a Comment